La Primera Guerra Mundial es recordada como una de las más violentas y destructivas de la historia, con al menos 2 millones de personas muertas y un número de heridos muy superior, difícilmente calculable.
Por supuesto, no todos los soldados tuvieron la suerte de regresar a casa en una sola pieza; los heridos, amputados y desfigurados por la atrocidad bélica fueron muchos. En el Reino Unido existió un pionero, el Dr. Harold Gillies, que brindó a estas personas la oportunidad de tener una vida normal.
Doctor y soldado, durante el tiempo que Harold Gillies pasó en el frente de batalla, presenció los denodados esfuerzos que un dentista francés-americano realizó para reparar la dentadura de soldados heridos de bala.
Fueron estas circunstancias las que hicieron notar a Gillies cuán importante resultaba poder ayudar a reconstruir, no solamente los dientes, sino la cara de los soldados heridos. Así, de regreso en Inglaterra, hacia el año 1917, se ocupó de convencer a las autoridades militares de comenzar a efectuar reconstrucciones faciales en el Hospital Militar de Cambridge.
Tras un éxito imprevisto, en 1917 se abrió un nuevo hospital dedicado exclusivamente a este tipo de tratamiento. El Dr. Harold Gillies, casi sin darse cuenta, había dados los primeros pasos en el terreno de lo que hoy conocemos como cirugía plástica.
Su trabajo creció a pasos agigantados y, durante la Segunda Guerra, los hospitales para cirugías reparadoras se habían multiplicado por todo el Reino Unido. Más tarde, incluso llegó a practicar la primera cirugía de cambio de sexo, en 1946.
Hoy, muchos consideran al Dr. Harold Gillies como el padre de la cirugía plástica.
Fuente: Información tomada de History/Noticias
Fuente: Información tomada de History/Noticias
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